Por Juan Ignacio Rovere
Ayer, 9 de Julio llegamos a Tucumán luego de haber participado con
una importante delegación de trabajadores y jóvenes de la impresionante
Conferencia Nacional de Trabajadores, impulsada por el PTS, de la que pueden
verse imágenes y relatos (aquí) y en breve estarán los videos (aquí).
Al llegar, pudimos observar un gran despliego de micros y gente en
las afueras del hipódromo. Es que ahí se estaba desarrollando otro acto,
encabezado por Cristina y el mandamás local, José Alperovich.
Cristina hizo mención al crecimiento “más importante en la historia
del país”, señalando que fue un crecimiento con “equidad”. Alperovich por su
parte, se refirió a los beneficios que le trajo a Tucumán este “proyecto”, con
el cual se puso bajar los índices de desocupación y crear más de 300 mil
empleos. Para ellos, ayer fue un día patrio, y por eso la Presidenta llamo a
trabajar en “unidad” para afrontar los coletazos de la crisis internacional.
Con cuanta indignación escuche y leí estas declaraciones. Es que venía
de viajar en un colectivo colmado de compañeros de escuchar la realidad dicha
desde los protagonistas de centenares de estructuras de diferentes puntos del
país.
En la conferencia entendí que lo que ellos llaman equidad no es más
que precarización y pauperización equitativa para la mayor cantidad de
compañeros. En una de las comisiones escuche a los compañeros tercerizados del
aeroparque explicar las condiciones en las que debían trabajar, en la que no
sólo sobran miserias sino que la precarización implica enfermedades muchas
veces letales. De estos casos había por doquier en las 16 comisiones
conformadas, en las que por la cantidad de gente convocada había que gritar a
viva vos para ser escuchados.
De la crisis internacional también se habló. Raúl Godoy de Zanon,
Claudio Dellecarbonara del Subte, entre otros, reflejaron muy bien que
significa cuando Cristina habla de “unidad”. Ni más ni menos que nuevamente
tenemos que ser los trabajadores los que debemos pagar los platos rotos sin
chistar, todo en nombre de la “unidad”. Un compañero despedido en 2009 de
Paraná Metal lo relató con precisión y a él se le sumaron delegados y
activistas de distintas automotrices. Sin lugar a dudas eran distintos actos,
en uno pretendían que los trabajadores vayamos calladitos al matadero, en el
otro se discutía, como dijo Godoy, cómo conspirar para que la crisis la paguen
los capitalistas.
Que distinto fue también el contraste de ver frente al estrado a la
Presidenta y a Segundina, que viajo casi 1700 kilómetros para contar la
experiencia de 40 años de sufrimiento en La Esperanza, Jujuy. Esa distancia es
aún corta de la que la separa de la Presidenta. Una, amiga de los Roggio, a quién
beneficia con cuanto subsidio y obra pública hay en argentina. La otra, viene
de sufrís a Roggio en un conflicto que duró 17 días y que no termino, o que no
va a terminar como bien dijo Segundina, mientras haya patrones en La Esperanza.
“No los necesitamos, nosotros sabemos todo el trabajo”, dijo, mientras que los
obreros de Zanón aprobaban con la mirada y más de 10 años de gestión obrera
para respaldarla.
En un acto vitoreaban ¡viva la patria!, mientras que en la
conferencia se inundaba de internacionalismo. Humberto, un joven de la
comunidad boliviana, hablo desde el corazón y nos llego hasta los huesos. Cuan
chiquita es la patria de ellos, cuanta humillación y racismo transmite esa
palabra. Para nuestros hermanos bolivianos, paraguayos, peruanos y de otras
nacionalidades, patria significa trabajo clandestino en talleres textiles (esos
que hacen ropa para la Presidenta, Biolcati y Macri), en el campo, que sufren
el racismo y que hasta el sueño de casa propia es reprimido por la policía o
gendarmería. Y Segundina no se quedo atrás, “estoy orgullosa de ser boliviana”.
El estadio de ferro estallo a gritos, ¡La clase, obrera, es una y sin
fronteras! ¡nativa o extranjera, la misma clase obrera!.
Carlos Melian, delegado de Litoral citrus de Tucumán, explicó con
crudeza los empleos de los que habla Alperovich. “350 mil trabajadores
golondrinas hay en el país, desde el trabajadores del limón y el azúcar en
Tucumán, hasta cosecheros de la fruta en Rio Negro o ajeros en Mendoza, muchos
de los cuales trabajan en condiciones de semi esclavitud”. Los compañeros de
UATRE que pudieron viajar, plantearon esta realidad en las comisiones. “La
fruta puede ser de temporada, el plato de comida para nuestros hijos no”,
sentencio Carlos, ejemplificando que no puede haber unidad con quienes se
llevan millones de dólares en exportación y viven vidas de lujo, tirando a su
suerte a los obreros.
Todos, sin excepción, nombraron a la burocracia sindical. Cómo no
nombrarla. En todas las experiencias, los burócratas de distinto pelaje actúan
como policías internos en las fábricas y lugares de trabajo. Traiciones,
persecuciones, patotas, no quedó nada sin decir. Flavio Bustillo en nombre de
la importantísima delegación ferroviaria que encabezaron la lucha triunfante
por el pase a planta de los tercerizados denuncio la complicidad del
Estado-patronales-burocracia, para amasar fortunas a costa de los trabajadores.
Por eso Mariano estuvo presente en la Conferencia, él fue víctima de ese
tridente asesino, y es ahora bandera de lucha. También estuvieron presentes
trabajadores de la Salud de Tucumán, incluida Verónica Jerez, quien ahora es víctima
de la persecución del SITAS, nada más y nada menos que por haberse puesto al
servicio de las decisiones de la asamblea del hospital y que culmino con el
triunfo que evitó el cierre del lavadero.
Los contrastes no terminan aquí. Por si fuera poco el Arzobispo de
Tucumán, Alfredo Zecca, aprovechó la fecha para recordar que La Ley de
Matrimonio Igualitario y de Igualdad de Género, fueron grandes yerros, y que se
cuentan con los dedos de una manos los legisladores que saben de bioética. Esto
lo dijo, no sin antes abrazarse con “La Betty”, Bussi hijo, y cuanto
conservador rancio polulaba por la homilía del 9 de Julio. Si algo le faltaba a ese tridente
reaccionario era la Iglesia. Pero a nosotros no se nos escapó el asunto.
Nuestras compañer@s LGBTI subieron al escenario para mostrar que la clase
obrera debe ponerse a la cabeza de la lucha contra todo tipo de opresión. Es
que la conferencia fue mucho más que problemas sindicales (¡y vaya si se los
nombro!), sino que se discutió qué salida tenemos que buscar los explotados y
oprimidos. Por eso también los más de 4000 asistentes cantaron en reiteradas
oportunidades “Si se puede, si una mujer avanza ningún hombre retrocede”. Uno
de esos momentos fue cuando Lorena Gentile, de la Comisión Interna de Kraft
recordó el paro de la planta contra la acoso de un líder a una compañera, “fue
histórico”, dijo. Tiene razón, “histórico”, es la palabra.
Al acto de Cristina lo custodió la policía de Alperovich. La misma
que mató a Ismael Lucena. Familiares y amigos fueron parte de la Conferencia.
Es que no podía faltar la denuncia a la criminalización de la pobreza y el
gatillo fácil, ese otro gran exponente del “proyecto nacional y popular” de los
Kirchner.
Según dicen los diarios, cada sector del PJ estaba previamente
dividido para que no hayan “roces”. Su interna estaba latente, aunque esta vez
no explotó, o apenas hubieron algunas escaramuzas entre los partidarios de
“Alito” Assan y los de Gassenbauer. En nuestra conferencia nos acomodábamos
dónde entrábamos. Lo que sobraron fueron los abrazos y la camaradería. Es que
nuestro objetivo es grande, muy grande. Nos une la ambición de poder, porque es
la ambición para la clase, nuestra clase, no para los individuos. Participaron
de la Conferencia delegaciones del PO, IS y los Independientes ceramistas de La
Marrón con quienes compartimos el FIT y pudieron plantear las perspectivas
hacia adelante. Chipi Castillo planteó la necesidad que avanzar en la discusión
de un partido revolucionario unificado, pero al mismo tiempo el desafío de
desarrollar la perspectiva de un gran partido de trabajadores sin patrones.
Esta discusión recorrió toda la conferencia.
Cuentan que los “chicos bien” de La Cámpora tenían reservado su
lugar frente al palco. Todo muy bien organizado por los supergerentes mimados
de la presidenta. Qué distinta esa juventud que la que estaba en la
Conferencia. Como lo contó Jenny Wainberg, nuestra juventud es la que pelea en
la universidad contra esa academia que dice que “la clase obrera no existe
más”, la que brega por la unidad obrero-estudiantil, y vaya si lo hace. Ahí estaban
los que cortaban panamericana con los obreros de Kraft, los que colaboraron con
las campañas de las listas antiburocráticas en Alimentación, Gráficos y
Jaboneros, los que estuvieron apoyando a los trabajadores del subte y un sinfín
de luchas más. Pero lo más importante, con aquellos que día a día, son parte de
la pelea por que la clase trabajadora avance en su organización y conciencia
política. Estos jóvenes son los que desde el sur al norte del país están en las
puertas de ingenios, empaques, automotrices, alimenticias, transportes,
esperando la entrada o salida de los trabajadores, para darles un volante un
periódico y simplemente para discutir con los trabajadores.
Claudio Dellecarbonara, José Montes, Raúl Godoy, el Poke Hermosilla,
fueron algunos de los que mostraron que la clase obrera existe, que somos 11
millones “apenas” en Argentina y miles de millones en el mundo, que somos los
que producimos riquezas, que tenemos toda una tradición revolucionaria para
apropiarnos y que por eso mismo tenemos en nuestras manos las palancas para
cambiarlo. Por eso al finalizar no cantamos su himno, cantamos el nuestro, ese
grandioso de la Cuarta Internacional.
El 9 de Julio en Tucumán, Cristina recordó que para mantener la
independencia y palear la crisis internacional debe haber unidad de todos los
sectores, gremiales, empresariales, estudiantes. El 8 de Julio en la
Conferencia Nacional de Trabajadores, discutimos que la independencia que
necesitamos es la de ellos y por eso planteamos Sindicatos sin Burócratas y
Partido de Trabajadores Sin Patrones.